Cuando, a comienzos de 2010, empezó a correr el runrún de que en la provincia teníamos un nuevo y prometedor becerrista, todos sentimos la curiosidad de ver de qué se trataba.
Las noticias llegaban de Daimiel, donde el incipiente torerillo tenía a la afición encandilada. Y según pudimos apreciar en directo cuando le vimos, con razón.
Aquel “torerillo” ya no es tal. Su aniñada estampa desapareció, y ha dado paso a un joven de gran aplomo y adelantada madurez. Novillero con picadores que, después de debutar con los del castoreño en Guadalajara a finales de mayo de 2014, vio su carrera drásticamente frenada por falta de oportunidades, cuando en su etapa de novillero sin caballos acostumbraba a contar sus muchas actuaciones por éxitos rotundos.
Pero aquellos tiempos de salidas a hombros continuadas acabaron. Y Carlos Aranda, que es de quien se trata, sufrió el cambio de escalafón, además de una serie de lesiones en sus manos que le impidieron torear con mayor asiduidad durante las temporadas de 2014 y 2015.
Ahora, en un momento crucial de su carrera, el daimieleño anuncia encerrona en la plaza de su pueblo. Será este sábado, a partir de las seis de la tarde, en lo que se antoja como una ocasión que ningún aficionado de la provincia que por tal se tenga debe perderse.
LANZA: ¿Es la de este sábado la tarde más importante de su carrera?
CARLOS ARANDA: Lo es, sin duda. Y la afronto con una gran ilusión, pero a la vez responsabilidad porque sé lo que me juego. Lograr verme anunciado en esta novillada ha costado mucho sacrificio de muchas personas, y no puedo defraudarles, ni a ellos, ni a mí. Por eso tiene que pasar algo gordo, con el fin de que el esfuerzo tenga recompensa y repercusión.
L: Además, el escenario no podía ser otro que la plaza de Daimiel.
CA: Daimiel es mi pueblo. Allí siempre me apoyaron, y yo quiero, de alguna manera, devolverles todo ese apoyo de estos años. Además, quiero triunfar allí porque deseo que me vean en plenitud y brindarles una gran tarde de toreo. Y que me exijan, por supuesto. Porque el triunfo quiero que llegue con exigencia. Calor moral pero también exigencia. Por mí no va a quedar.
L: ¿Qué le motiva a hacer este gesto de encerrarse con seis novillos?
CA: Para mí es el momento oportuno. Hay que apostar, y si uno cree en uno mismo, hay que hacer gestos de este tipo. Me veo con capacidad. Podría resumir todo diciendo la frase “Quiero ser torero”. Decir esas tres palabras implica muchas cosas de gran importancia y verdad.
L: ¿Ha llevado a cabo una preparación muy especial para la ocasión?
CA: Sí. Ha sido un invierno intenso. Desde que, allá por el mes de diciembre, decidiéramos hacer la encerrona, ha sido una constante preparación física y mental. En esta profesión/vocación hay que estar preparado en todo momento porque no sabes cuándo te puede surgir la oportunidad que esperas. Y a pesar de no haber hecho todo el campo que me hubiera gustado, sí ha habido ganaderos que se han acordado de mí y me han brindado sus becerras, como es el caso de José Luis Víctor, de La Rinconada, donde salieron vacas realmente buenas que me ayudaron mucho en la preparación.
L: Afrontar un reto de este tipo, sobre todo sin poder haber toreado con picadores demasiado, te obliga a ofrecer variedad. ¿Ha preparado algo especial para este sábado?
CA: Intentaré dar variedad a la lidia teniendo en cuenta las condiciones de cada novillo, sobre todo con el capote. Pero no me saldré de mi concepto de toreo. Cuando lo he hecho no me he sentido bien, y eso se transmite a los tendidos. Lo que haga lo haré porque lo sienta y esté convencido.
L: ¿Cómo son los novillos de Los Ronceles a los que se enfrentará?
CA: He tenido la ocasión de verlos en el campo, y es una novillada preciosa. Bien presentada, pero también de muy buenas hechuras. Todo aquel que quiera los podrá ver en los corrales de la plaza de Daimiel desde el viernes. Y se trata de una ganadería de calidad, que proviene de la de Jiménez Pasquau, de la que tengo muy buenas referencias de mi etapa sin picadores. Lo que espero es que esas buenas hechuras me permitan disfrutar y hacer disfrutar del toreo. Eso es lo que más me gustaría. Porque si los novillos no embisten y tengo que arrimarme, lo voy a hacer, pero lo que de verdad busco es gozar toreando, hundir las zapatillas y abandonarme al toreo.
L: Después del fulgurante comienzo en el 2010, a raíz de su última temporada sin picadores y en estos dos años con los del castoreño, podríamos decir que aquel niño prodigio fue perdiendo fuerza entre los aficionados. ¿Usted es consciente de este hecho?
CA: Por supuesto. Soy muy consciente. Y el mayor culpable soy yo, sin duda. La vida son etapas, y yo he ido pasando por algunas de ellas ya. Ahora me encuentro más hecho como hombre y me veo capacitado de volver a ilusionar a todos aquellos que me siguieron en los inicios, y agradecer el apoyo a los muchos que todavía me siguen allá donde toreo. Quiero volver a despertar aquella ilusión.
L: Como usted mismo ha reconocido, a pesar de apenas llevar siete año en esto, ha pasado por distintas etapas. ¿Cuál ha sido el momento más difícil que ha vivido hasta el momento en su trayectoria?
CA: Ningún momento es fácil, pero es verdad que al principio todo vino un poco rodado. Yo tenía la frescura del principiante y sorprendía por la soltura que mostraba. Pero al debutar con picadores se unieron varios factores que me frenaron. En las novilladas con picadores hay mucha más competencia y al haber menos festejos, los puestos están más disputados; a lo que hay que unir las dos lesiones que sufrí en las manos por cortes en los tendones, que me privaron de sumar más paseíllos, y si no toreas no triunfas, y el parón llega. Sin embargo también puedo asegurar que esos dos años en los que no pude torear me sirvieron para pensar mucho y para madurar como persona. Ahora valoro mucho más todo lo que tuve, lo que tengo, y lo que aspiro tener.
Entrevista realizada por Julio Cesar, Diario Lanza
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