La meteorología no presagiaba un buen pronóstico para la novillada del pasado sábado 19 de marzo en Almodóvar del Campo, con motivo de la IX Feria Comarcal Ganadera ‘La Cuerda’, así como la festividad de San José también celebrado ese día y, aunque respetó hasta la primera mitad del festejo, la segunda parte fue totalmente pasada por agua; mucha agua, relámpagos, truenos, granizos… hubo absolutamente de todo. Ello, unido a que era la primera vez que se celebraba una novillada picada en esta feria ganadera de gran prestigio en el sector agrícola y ganadero, fue satisfactorio ver cubierto algo menos de media entrada.
El cartel, sin lugar a dudas, era de auténtico lujo y respondió a las buenas expectativas creadas por la afición. Se lidió una muy seria novillada de Dolores Rufino, muy bien presentada y seria en líneas generales; a excepción del segundo de la tarde, un manso de libro. La novillada en general colaboró, destacando el buen castaño que hizo quinto.
Ginés Marín impacta en Almodóvar
Ginés Marín demostró en Almodóvar que es un torero llamado a mandar en el mundo del toro. De impacto fue su faena al que abrió plaza, toreando de manera soberbia con el percal a la verónica y rematando de una media de cartel de toros. Cuajó un faenón en toda regla. ¡Cómo toreó al natural señores!
Una labor muy bien estructurada, abriendo el recital de toreo, en los mismos medios con un pase cambiado muy ajustado y sin inmutarse. Sorprendió su actitud, oficio y compromiso, como si estuviéramos viendo a un matador de toros consagrado. ¡Qué manera de ceñirse a la embestida del burel, de torear despacio, de hundirse en la arena, de mandar en la plaza, de imponer su dominio! Sobradísimo y capaz este novillero de Jerez de la Frontera aunque afincado en Olivenza.
Y acabó la obra toreando de manera soberbia rodillas en tierra, como los costaleros sacan a los pasos de su Cristo o Virgen por el portón de la Asunción en Almodóvar. Pero en un descuido o quizá por derroche excesivo de valor y confianza, el novillo hizo por el joven espada, rompiéndole la taleguilla. Fueron momentos angustiosos, con el novillero totalmente a merced del toro pero, por suerte, todo quedó en un susto. Y una vez más, la raza del torero hizo que volviera a echarse rodillas a tierra, para seguir toreando con la plaza boca abajo y el ¡Uy! en el tendido.
¿Quién dijo miedo? ¿No dicen que le falta emoción a la fiesta?… Que se preparen las figuras. Gran volapié y dos orejas y petición de rabo. Estamos seguros, que si esta actuación ocurre en cuarto lugar, se le hubieran concedido los máximos trofeos.
Y es que en ese precisamente en el cuarto perdió el doble premio por la espada, pero de nuevo y ante un novillo soso y ‘paraote’, lo exprimió al máximo. Estuvo variado e inspirado con el capote y mandón, con poder y raza con la franela. Pinchó previo a la estocada y cortó una oreja de peso.
Lo dicho, tarde muy seria y de figurón del toreo a cargo de Ginés Marín, la supremacía de la novillería.
Valentísimo David de Miranda
Mala suerte tuvo el onubense David de Miranda con el primero de su lote, un marmolillo manso y que en todo momento rehuyó la pelea. Bastante hizo en no perder la compostura y en matarlo arriba.
En el quinto salió De Miranda a por todas y espoleado a por el triunfo. Fue una labor sobria, de mucho empaque y tesón. Y atención porque en la faena extrajo muletazos por ambos pitones, larguísimos, lentos y muy por abajo, rematando muy atrás y rota su cintura.
Fue un faenón de los que se quedan en la retina; buen novillo, sí, pero David lo bordó, aguantando muy meritoriamente las miradas y parones del novillo. Un novillero que vende toreo caro y tiene ese "algo especial" que lo hace diferente al resto.
Finalizó ejecutando unas estoicas bernardinas, que puso al valiente público en pie. ¡Qué afición la de Almodóvar que, a pesar del diluvio universal, ni se movió de sus asientos! Pinchó antes de enterrar el acero y fue premiado con el doble trofeo, que paseó con orgullo ante una afición entregada.
Aranda pinta el toreo
Cerraba el cartel el novillero de Daimiel, Carlos Aranda. Había expectación por ver el momento en el que se encuentra el daimieleño, ya que el pasado año apenas toreó debido a que sufrió una seria lesión en la mano , que le impidió hacer varios compromisos, entre ellos el de Villarrubia de los Ojos.
Y sorprendió para bien, muy bien. Realizando en su primero una faena repleta de detalles torerísimos, sobresaliendo los remates a una mano y los artísticos cambios de mano, así como un final de faena sorpresivo, con un toreo por bajo con mucho duende y pellizco.
Faena de sabor y enjundia pero malograda por el mal manejo con el acero. Se le esfumó de esta forma la puerta grande. Hubo vuelta al ruedo tras petición de oreja.
En el que cerró plaza y con la tarde ya metida "en agua", Aranda se fue a porta gayola y manejó el percal con majeza. Brindó al matador de toros ya retirado, Aníbal Ruíz y cuajó una faena de entrega, tesón y poder, aderezado nuevamente con retazos de toreo caro y excelso.
Supo captar la atención de un público entregado y lo hizo con la verdad, sinceridad y arrojo que marca su toreo, hasta el punto de resultar cogido, sin consecuencias.
Anduvo a gran nivel Carlos Aranda en Almodóvar, que en éste pudo esbozar sabrosos y sentidos muletazos. Hubo verticalidad y plasticidad y supo llenar el escenario, entrando y saliendo de la cara del toro con mucha torería. ¡Qué también es muy importante! De nuevo falló a espadas y perdió otras dos orejas, pero el público quiso premiar su actitud y decoro con una valiosa oreja que recibió de manos del alguacilillo.
Lo dicho, enhorabuena a los organizadores de la misma, especialmente a su máximo representante Jorge Buendia, empresario del coso. Sin olvidarnos del Ayuntamiento y del Club Taurino local.
Informa: Roberto García-Minguillán de Gregorio
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